Quizás, cuando se iba,
su voz silenciosa fue un grito,
una llamada anónima en medio del desierto,
un grito desvirtuado por la nada,
entumecido por el miedo,
a marcharse y no saber por qué,
a quedarse y resultar herido.
Quizás solo pidiese
un último tango en París,
una luna llena en el cielo estrellado,
paz en sus ojos marchitos.
Quizá se fue y no quiso,
o quizás no se marchó y vaga sin rumbo
en el espacio que queda entre el olvido y el recuerdo,
entre la calma y el nerviosismo agudo,
entre la muerte y la vida,
entre el fin y la nada,
en la lejanía de un recuerdo vago y falso.
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Lucía López Zurita
Petinju Indonesia Cetak Sejarah
Hace 6 años
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